Estamos atravesando un período duro aquí en Mojonia. Todo empezó hace tres semanas, cuando se nos acabó el jamonyor. No contentos con eso, los Dioses del Destino nos azotaron con una plaga de torposis aguda que nos convirtió en elefantes en una cacharrería. Debido a eso, se perdieron varios equipos informáticos, las maneras, un soldado de Murcia, las llaves de la Martirio y la colección de cromos de Casimiro que guardábamos como oro en paño. Luego ocurrió lo peor: a todos, sin excepción, nos salió un padrastro en el deo.
Habíamos dejado nuestro primer lanzamiento para la campaña navideña a falta de la música principal, y el tema padrastístico no iba a ayudar a la situación. Para colmo de males, un ratón se comió el pen drive donde lo guardamos todo. Nos tiramos días recuperando cosas a partir del último backup… Cuando nos dimos cuenta de que el código fuente de nuestros dos lanzamientos navideños se había perdido.
Por suerte, Moj había guardado una copia de los fuentes de uno de los dos proyectos en un diskette especial que atesora por si algún día queremos echarla, más que nada para hacernos chantaje emocional y material. La putada gorda es que el susodicho diskette se encuentra muy bien guardado: primero hay que atravesar el Laberinto de los Gargajos, luego escalar la Montaña del Berrido, descender por los Rápidos de Badajoz, saltar de afilado pico en afilado pico en el Desfiladero del Demoño Dojo, y por último acertar todas las preguntas del Anciano de la Torre (que se llama Josealbe).
Conscientes de que todo eso parece el argumento de un videojuego que no dudéis que haremos algún día, nos pusimos manos a la obra con la expedición, como no, comandada por la propia Moj, que era la que se sabía el camino (o, al menos, eso aseguraba).
El Laberinto de los Gargajos era un sitio horripilante. Estaba todo lleno de pañuelos de tela de viejo usados y sin lavar. Para colmo habían puesto los últimos éxitos de David Bisbal por la megafonía del recinto (para los que no lo sepan, todos los laberintos tienen megafonía menos los que salen en los juegos de ZX Spectrum 48K, que solo tienen efectos de sonido). El ambiente era tan agobiante que estuvimos a punto de rendirnos diecisiete veces antes de doblar la primera esquina. Luego fue más sencillo: la buena de Moj ideó un sistema especial para saltar por encima de las paredes del laberinto (que no tenía techo) basado en una escalera plegable. Con esto, en diez minutos estuvimos fuera.
Así que nos encontramos al pie de las Montañas del Berrido, famosas por sus vientos, que se cuelan por las grietas y parecen recitar obras de Pérez Galdós. Acampamos, ya que se acercaba la noche y decidimos dejar la segunda etapa del viaje para el día siguiente. Sentados alrededor de una hoguera, recordamos los preciosos gráficos en 4 colores, las ingentes cantidades de monedas, y lo coñazamente ladilla que era el puto fantasmica del juego que queríamos recuperar.
¡Realmente los caminos de Moj y Vaka son inescrutables! ¿Que nuevas aventuras ojoneras nos esperan?!
Obviamente donde pone “ojoneras” debería ser “mojoneras”… ¿o no?
para encontrar el Codgo, necesitais la ayuda de Sir ababol y Phantomasa. Mientras la fermosa mozuca seduce a los vacunos monstruos que lo han robado, Sir Ababol lo recupera. Y luego regresan al sitio donde Moj les espera, con el motor de la Nave Mojona en marcha para salir pitando.
Mola, Deka 😆
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